El 10 septiembre se ha definido como el día mundial de prevención del suicidio, el cual, de
acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, se trata de un problema mundial de alta
importancia para ser abordado. Las estadísticas publicadas el 2021 mostraban que cada año se
suicidan alrededor de 700 000 personas, por lo que los intentos de suicidio superan en
sobremanera dicha cifra.

A pesar de que estas prevalencias se han definido como alarmantes, lo que me resulta más
alarmante es que para muchos no dejan de ser eso mismo, números, pero detrás de cada uno,
hay una persona cuyo sufrimiento y desesperación llego al límite, y la respuesta que tuvo al
mismo fue que no había más opciones.

Lo anterior, hace imperante la necesidad de poder llevar a cabo tareas de prevención
adecuadas y orientadas de acuerdo a aspectos sociodemográficos como edad o género,
dejando de lado los tabús, a manera que se permita la apertura de oportunidades para la
búsqueda de apoyo y la promoción de la salud de manera integral. Comenzar a desmitificar el
suicidio es un buen punto de partida, por ejemplo, el suicidio no es cometido por mujeres
únicamente, de hecho, las tasas de prevalencia se doblan en hombres respecto a mujeres.
Igualmente, a pesar de una alta prevalencia en personas jóvenes (el suicidio es la cuarta causa
de muerte en jóvenes de 15 a 19 años), no es ésta la única edad de riesgo, la ideación suicida
puede estar presente en niños y personas mayores.

Hablar de ello es un primer paso, no lo promueve, concientiza, ayuda a que las personas que
ahora mismo están luchando sepan que hay muchas más en su misma situación. Por lo que ha
de hacerse hincapié en la importancia de la búsqueda temprana de ayuda frente a problemas
relacionados con la salud mental y poniendo énfasis en las historias de superación de ideación
suicida, a manera de contrarrestar la imitación de patrones de comportamiento de referentes
que realizan conductas de riesgo para la salud mental (como la continua exposición de uso de
sustancias tóxicas por famosos) principalmente en el caso de los más jóvenes.

Igualmente, distintos profesionales (profesores, sanitarios, etc.) han de estar preparados para
la identificación de población en riesgo, y para la actuación, incluyendo el conocimiento de los
recursos estatales y sanitarios de donde ha de poder acudir para recibir la atención en función
de los motivos que estén llevando a la ideación o intentos suicidas. Y como profesionales de la
salud mental, ha de existir igualmente una especialización y acompañamiento para el trabajo
con esta población; el suicidio es multicausal, por lo que trazar una red de actuación
multidisciplinaria es primordial.

Igualmente, como población general, el prestar atención es un punto importante en la
prevención, no todos los suicidios son cometidos a través de acciones impulsivas. Muchas
veces hay continuas verbalizaciones relacionadas (por ejemplo: la vida no tiene sentido, el
resto estaría mejor sin mí, nadie se preocuparía si un día desaparezco, etc.), no son llamadas
de atención, son frases que nos invitan a preguntarnos porqué situaciones está pasando el
otro y como las está enfrentando emocionalmente. Otras ocasiones no hay palabras, hay

acciones, que también son otra manera de indicarnos que alguien necesita ayuda, uno de los
ejemplos es el aislamiento ya sea físico o emocional. La soledad no siempre es sinónimo de
estar solo, mucha gente está rodeada de personas, familia, amigos, pareja, y aun así se siente
terriblemente solo.

Ante este tipo de situaciones, preguntar al otro como se encuentra, validar sus emociones y
ser de acompañamiento a la búsqueda de ayuda profesional es otro paso importante. Hace
unas semanas, en una de las oportunidades que tengo de compartir con personas con un
padecimiento psiquiátrico, al preguntarle a una chica que haría durante la tarde de ese mismo
día me respondió que acompañaría a un amigo a su médico de cabecera. Por lo que me
explicó, él también tenía un padecimiento psiquiátrico, solo que no lo sabía, ninguno de los
dos sabían exactamente que le pasaba, solo que estaba mal y ella se había dispuesto a
acompañarle a pedir ayuda. Es momento que dejemos de dejar solos a quienes ya se sienten
solos, momento de no dejarles la empatía por el dolor solo a aquellos que ya tienen dolor,
nuestra sociedad nos invita a una constante búsqueda, a un no parar, a no ir más que a por lo
nuestro, pero poner atención a las necesidades de los demás es un acto de nobleza, y para
aquellos que se atreven a hablar, es un acto de valentía que no debería criticarse sino
reforzarse.

Dra. Lucero Munguía
Hospital Universitario de Bellvitge
Unidad de psiquiatría

Enlaces de interés:
https://iris.paho.org/handle/10665.2/54718
https://apps.who.int/iris/handle/10665/341726

https://iris.paho.org/handle/10665.2/54718
https://apps.who.int/iris/handle/10665/341726